¿Está mi edificio más cerca de la salvación o del purgatorio técnico?

Mientras otros cargan pasos, tú cargas con la ITE caducada, el sistema de calefacción central desajustado y vecinos que creen que el mantenimiento se hace por inspiración divina.

En estas fechas sagradas, donde se repiten los mandamientos y se alzan oraciones, nosotros también venimos a predicar… Pero con fe en la eficiencia energética y la gestión responsable. No traemos incienso ni palmas, pero sí un plan de uso y mantenimiento (que huele a control y prevención). ¡Aleluya!

Dicen que Moisés bajó del monte con unas tablas de piedra. Nosotros, más modernos, te traemos los Diez Mandamientos del Buen Edificio en formato digital y con ironía santificada. Porque un edificio en ruinas no se arregla rezando.
Y las ayudas a la rehabilitación no caen del cielo: hay que gestionarlas.

Así que si esta Semana Santa buscas redención… que sea energética.

Revisa tus pecados comunitarios: sistemas sin mantenimiento, certificados caducados, obras eternamente “pendientes”.

Y prepárate para nuestro decálogo sagrado: los diez mandamientos que todo edificio (y administrador) debe seguir para alcanzar la gloria… o al menos, evitar el desastre.

Los 10 mandamientos del buen edificio

Sabemos que los Diez Mandamientos de la Biblia son sagrados. Pero si vives en una comunidad de vecinos (o peor aún, si la gestionas o trabajas en ella), sabrás que hay otros diez principios que deberían grabarse en piedra… o al menos en la puerta del cuarto de contadores.

Aquí te presentamos, en tono irónico, pero con mucha verdad, los 10 mandamientos de la buena gestión, conservación y rehabilitación de un edificio residencial.

  1. Amarás el mantenimiento… y cumplirás con la ITE en su momento.
    Porque sí, tu edificio envejece, y no tan bien como tú crees. La Inspección Técnica del Edificio (ITE) no es opcional ni capricho municipal: es lo que puede evitar que un trozo de cornisa acabe en la acera… o en un vecino.
  2. No dejarás el certificado energético para “cuando lo pida alguien”.
    Es como ir al médico: no se hace solo cuando duele algo. El certificado energético es obligatorio, útil y (¡sorpresa!) puede abrir la puerta a subvenciones. ¿A qué esperas?
  3. Santificarás la auditoría energética.
    Una comunidad sin auditoría energética es como conducir con los ojos cerrados: no sabes por dónde pierdes dinero, ni cómo mejorar. Hazla. Sabrás dónde actuar y cómo ahorrar. Y además, quedas como un profesional.
  4. No tomarás los suministros en vano.
    ¿Pagando la luz comunitaria como si fuera el Bernabéu? ¿Contratos de gas firmados en 2011? Toca revisar, comparar y optimizar. O seguir pagando de más… y escuchando quejas en la junta.
  5. Honrarás la seguridad industrial.
    Ascensores sin revisión, salas de calderas “de cuando Franco”, puertas de garaje que hacen parkour solas… No cumplir la normativa en instalaciones es una receta para el desastre (y para multas que dan vértigo).
  6. No matarás la eficiencia energética con decisiones absurdas.
    Cambiar la fachada por estética sin aislar. Instalar LED… pero dejar la calefacción central sin control individual utilizando gasóleo… Hay maneras elegantes de tirar el dinero. Pero también las hay inteligentes.
  7. No cometerás actos impuros con los planes de uso y mantenimiento.
    Sí, esos que duermen en cajones desde que se entregó el edificio. ¡Rescátalos! Son tu guía para que todo funcione, nada se olvide y nadie te mire raro en las juntas.
  8. No levantarás falsos testimonios sobre las subvenciones.
    “Eso lo paga todo el Gobierno” no es una estrategia. Las ayudas existen, sí, pero requieren gestión, documentación y plazos. Por suerte, hay plataformas que te ayudan (ejem… Plataforma 3r).
  9. No tomarás en vano el nombre del administrador.
    Ni su tiempo. Ni su WhatsApp a las 11 de la noche. Porque si le haces responsable de todo pero no le das medios, lo único que gestionarás será su baja por ansiedad.
  10. No consentirás la improvisación como estilo de gestión.
    La planificación es sexy. Un edificio sin planificación es un problema con fachada. Coordinar actuaciones, anticipar inspecciones, calendarizar mantenimientos… eso es calidad de vida. Para el edificio… y para ti.

Y recuerda:
No hace falta ser Moisés para grabar estos mandamientos en piedra. Con una buena plataforma de gestión (como Plataforma 3r), puedes tenerlos todos… en tu pantalla, organizados, programados y listos para cumplir.

Gestionar un edificio no es un castigo divino. Pero sí puede convertirse en una cruz… si no se hace bien. La buena noticia es que hoy existen soluciones que te ayudan a convertir esa cruz en una oportunidad. Apuesta por www.plataforma3r.com

¿Te animas a convertirte en el gestor que todo edificio merece?

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